In una fase italiana segnata da due opposte posizioni, la denuncia di una deriva verso l’autoritarismo e il tedio della democrazia partitico-parlamentare, consideriamo utile far conoscere i giudizi di un importante storico britannico, Raymond Carr cattedratico a Oxford, su quello che fu negli Anni Venti l’esperimento in Spagna di un regime autoritario, non fascista e amico del popolo, agli inizi favorito dalla monarchia e dalle destre, sei anni dopo fatto cadere da queste ultime e da un sovrano, Alfonso XIII, che tentava di salvare la corona.
Fu la ‘Dictadura’ del generale Miguel Primo de Rivera, che il 12 settembre 1923 prese il potere con un colpo di stato militare attuato da Barcellona, dove comandava le truppe della Catalogna. Il Putsch fu fulmineo, incruento e accolto con netto sollievo da un paese che si sentiva sull’orlo del baratro. Il sistema politico della Spagna era allo stremo: una guerra disastrosa in Marocco, un conflitto sociale straordinariamente grave, frequenti conati insurrezionali soprattutto del movimento anarchico, il più agguerrito del mondo data la miseria delle masse, specialmente quelle contadine. Nel quinquennio che precedette il 1923 si erano contati poco meno di 1300 attentati. L’anno prima, 429 scioperi politici o quasi politici. Un conflitto sindacale nel maggio-giugno aveva fatto 22 morti.
Il colpo di stato venne realizzato con tale efficienza che non ci furono resistenze e non si sparse sangue. Le istituzioni parlamentari crollarono: la Costituzione del 1876 cestinata, gli oligarchi e i notabili della classe politica sostituiti da amministratori militari (successivamente sorsero tecnocrati e intendenti civili, alcuni dei quali molto provetti). Il Paese espresse un consenso per alcuni anni larghissimo. Il regime si chiuse nel gennaio 1930 con le spontanee dimissioni del Dictador. Morì pochi mesi dopo a Parigi.
La traduzione spagnola della IX edizione del classico di Raymond Carr (Spain 1808-1975) -di cui riportiamo per brevi estratti la parte riguardante Primo de Rivera- addita le contraddizioni, le ingenuità, gli errori, gli insuccessi, le circostanze generali (tra le quali gli inizi della Grande Depressione mondiale) che condannarono la gestione del Dictador. Al tempo stesso l’opera di Carr registra le opere compiute in oltre sei anni. Le più importanti delle quali furono l’apertura della modernizzazione (qui il Vecchio Ordine e l’Ottocento finirono nel 1923) e la creazione del primo Welfare. Se oggi la Spagna ha un’economia efficiente lo deve in primis alle iniziative del Dictador. E se è socialmente avanzata, l’avvio fu dato dal fermo impulso del generale alle prime conquiste moderne dei lavoratori. Primo de Rivera era marchese e Grande di Spagna ma parteggiava per il popolo.
Furono gli agrari aristocratici, i finanzieri , gli altri capitalisti, non le sinistre, che sconfissero Primo de Rivera: perchè li aveva combattuti. Non per niente il Dittatore si era fatto consigliare e affiancare dal capo dei sindacati, Francisco Largo Caballero, un avversario delle destre talmente combattivo che qualche anno dopo sarebbe stato chiamato ‘il Lenin spagnolo’. Nel 1937, in piena Guerra Civile, Largo Caballero divenne capo del governo repubblicano che lottava contro Franco.
L’unica forza politica e sociale riconosciuta e appoggiata dal Dittatore fu il Partito socialista saldato alla UGT, la centrale dei sindacati. Tutto ciò risulta dalle analisi del maggiore storico accademico britannico della Spagna.
A.M.C.
RAYMOND CARR, STORICO DI OXFORD, SULLA “DICTADURA FILOSOCIALISTA”
El pensamiento politico de Primo de Rivera era primitivo, personal y ingenuo. La medula (sostanza) de su personalidad politica estaba hecha (fatta) de un odio obsesivo a la politica y a los politicos. Una ‘casta politica’, a través de la farsa de las elecciones, habìa aislado
(isolato) al gobierno del pueblo; el, en cambio, podìa entrar en un contacto mas directo y personal con el pueblo, devolviendo (restituendo) al gobierno su espiritu democratico.
Su preocupacion paternalista por la nacion bordeaba (rasentava) la excentricidad. El primer superàvit del presupuesto (avanzo di bilancio) se dedicò a redimir las sàbanas (tovaglie) empegnadas por los pobres de Madrid. Esta diversidad de intereses, que incluìa el entusiasmo por los derechos de la mujer, le proporcionò (guadagnò) al principio el carigno (affezione) del publico. El odio hacia (verso) los politicos se racionalizò convirtiéndose en una teoria politica antiparlamentaria que decìa ser (essere) mas autenticamente democratica que el liberalismo parlamentario.
La dictadura de Primo de Rivera no era fascista. Su teoria de la soberanìa como amalgama de las entidades sociales autonomas se emparentaba mas con la escolàstica aristotelica que con el totalitarismo. Joaquin Costa, el regenerador radical, fue el Bautista que precediò al dictador, profetizando la venida de un “cirujano de hierro” (chirurgo di ferro). En Ortega y Gasset el general tenìa un intelectual que habia argumentado en favor de una minoria selecta y que rechazaba (rifiutava) “el falso supuesto de una igualdad real entre los hombres”. Ortega era un liberal desencantado y en Espagna sus famosos ataques a la vieja politica se convirtieron (divennero) en textos sagrados, siempre en boca de los partidarios (seguaci) de Primo de Rivera.
El decia preocuparse por el bienestar material de los obreros y por las pretensiones (rivendicazioni) laborales. Proporcionò (elargì) casas baratas (economiche), un servicio medico y, sobre todo, una maquinaria (meccanismo) de arbitraje (arbitrato) laboral que los dirigentes socialistas aceptaron y dominaron. La relacion del régimen con los sindicatos se formalizò en el Codigo del trabajo de Aunòs (1926). Su principal caracteristica la constituìan los comités paritarios, con represesentacion igual de patronos y obreros, comités a los que se asignò la solucion de las disputas salariales. Este aparato no fue una importacion fascista, pues (dato che) en Espagna tenìa una larga historia.
En su calidad de miembros del comité, los delegados de la UGT (centrale sindacale) se convirtieron en burocratas pagados por el Estado. Los dirigentes de la UGT consideraban que la cooperacion con la dictadura les darìa la posibilidad de aumentar el poder de la unica organizacion obrera efectiva. Parece que en 1924 Largo Caballero (il capo della UGT) examinò la posibilidad de unificar la UGT y el partido socialista en un partido laborista reformista dentro del régimen. Los dirigentes de la UGT no podian compartir (condividere) el horror de los politicos ante el repudio del sistema parlamentario caro a los politicos burgueses.
La autentica democracia se reconoce hoy (oggi) por la distribucion de la imposicion publica, no por una constitucion politica formal. El gobierno, pese a todo (però), no se atreviò (azzardò) a unir a las masas contra las clases posesoras; cediò ante una enconada (accanita) campagna de prensa dirigida por la aristocracia bancaria.
Las obras publicas de Primo de Rivera, sus carreteras (strade) y embalses (dighe) se consideran a veces como un caso de keynesianismo prematuro. La economia cayò en manos de comités que regulaban todo. La intervencion y el control eran criticados por los grupos que los padecìan (subivano). A pesar de los defectos de su politica, los tecnocratas del dictador llevaron a cabo (portarono avanti) un notabilisimo intento de modernizacion, que suele estimarse en menos de lo que vale; el incremento en la construccion de carreteras y en la electrificacion rural fue algo espectacular; el hierro (ferro) y el acero se desarrollaron; el comercio exterior aumentò en un 300%; los ferrocarriles (ferrovie) fueron modernizados. Las Confederaciones Hidrograficas agrupaban los intereses diversos en el intento de racionalizar la explotacion de los grandes sistemas fluviales del Duero y del Ebro. Entre 1906 el Estado gastò (spese) 162 milliones de pesetas para el riego (trasformazione irrigua) de 16.000 hectàreas; entre 1926 y 1931 se gastaron 160 milliones en planes de irrigacion de 175.000 hectàreas.
La dictadura tenìa un aire de expansion y de prosperidad que mirado retrospectivamente ha cobrado (assunto) todo el aspecto de una edad de oro. La modernizacion y la prosperidad no fueron del todo ‘falsas’, como afirmaba la oposicion, ni fueron tampoco simple reflejo de la expansion internacional. Ese régimen puede ser criticado por no haber sabido (saputo) como llevar a la practica (attuare) la reforma agraria, aunque (benché) los proyectos agrarios de Primo de Rivera eran mas ambiciosos que todas las realizaciones previas.
Mientras perdurò la expansion, la dictadura se beneficiò politicamente. Sin embargo (tuttavia) no fue el colapso de la prosperidad lo que en 1929 produjo la caida del régimen: el fracaso fundamental fue politico. El règimen no podìa hacerse (farsi) aceptable para las fuerzas que pesaban en la sociedad espagnola. Primo de Rivera infravalorò (sottovalutò) hasta (fino) el fin las fuerzas que estaban en contra. Puso su fe (aveva fede) en la masa. “El mayor, tal vez el unico sosten de mi gobierno lo constituyen mujeres y trabajadores.” Pero en 1929 ‘los intereses’ (gruppi d’interesse), el Ejercito y la Corona miraban hacìa (verso) otra parte.
Fue esta desaparicion (sparizione) del apoyo a su derecha lo que condenò el régimen. Las clases conservadoras optaron por considerarse amenazadas por un Estado corporativo gobernado en el interes de los trabajadores. La Iglesia desconfiaba (diffidava) del regalismo benigno de Primo de Rivera; los banqueros, de su interferencia en la autonomia de los grandes bancos; los industriales no favorecidos, de su intervencionismo. La corte e la aristocracia detestaban al dictador.
(estratti da Raymond Carr)